sábado, 19 de mayo de 2012

Los cubículos


Cubículos en la Escuela de música de la Universidad Eafit de Medellín. Fotos por: Santiago Galeano H.

Son como las celdas de una penitenciaría. Son estrechos, no miden más de dos por dos metros. Aunque están uno al lado del otro, lo que pasa en uno no tiene incidencia en el otro. Ningún tipo de estímulo exterior puede interrumpir a los músicos en sus momentos de creación. Para este fin, los cubículos están aislados sonoramente y tienen solo dos pequeñas ventanas: una en la puerta que da al corredor y la otra en la pared opuesta a ella que da al exterior. Son un poco más grandes que una hoja de papel carta, por ellas no entra mucha luz y desde ellas no se puede observar mucho. 


Cada cubículo tiene un piano de pared negro con su respectivo banco. Caben apenas dos personas a lo sumo, generalmente un estudiante y un maestro. Tienen una iluminación interior blanca que genera una atmósfera pálida como de oficina. Las paredes son blancas también y tienen orificios redondeados hechos con mucha simetría, quizá para mejorar la acústica del lugar. Una cenefa a un cuarto de la altura del cubículo acentúa el espacio con un color opaco parecido al de los pianos. 

Los pálidos y cuadriculados cubículos, que producen una incómoda sensación de encierro, soledad y aislamiento, se llenan de colores cuando los estudiantes empiezan a interpretar piezas de Händel, Mozart, Bach y otros compositores. Cambian la atmósfera con sus notas, llenan el espacio de vida y el encierro físico pasa a un segundo plano cuando experimentan, en un momento de iluminación, una liberación mental en un mundo metafísico y fascinante: el de la música. Por desgracia el sonido no sale de allí. Sus producciones e interpretaciones pasan día a día desapercibidas por el grado de retiro e incomunicación de los cubículos. El mundo que configuran a través de las notas y a partir de las partituras es solo de ellos. Empiezan y terminan cuando lo decidan, crean y disfrutan a su antojo, pareciéndose a un "dios niño". 

Santiago Galeano H. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario