domingo, 4 de marzo de 2012

Santiago, hijo del Filósofo y Helena

Foto por: Fotomontajes Enfoque
I. Nora se convierte en Helena

Hace ya muchos años para los jóvenes, no necesariamente tantos para los viejos, y sin duda los requeridos para alcanzar en Colombia la mayoría de edad, nació alguien de quién hoy les voy a contar. Para el pesar de su madre, la unión matrimonial con el que fuese su profesor del postgrado, alrededor de unos once años mayor que ella, nunca fue en su totalidad apoyada por sus padres. El padre de Santiago no tenía el origen que los progenitores de su esposa hubieran esperado para aquel que decidiese desposar a una de sus hijas y su historia personal en lo absoluto le favorecía. Desertor de su nunca existente vocación de cura y para la época ya con una hija extramatrimonial, la cual años después se convertiría en la hermana mayor de nuestro protagonista, Javier, este un tanto loco filósofo se lanzó a la aventura de casarse con Nora, a quién a diferencia de él nunca nada le faltó y creció entre lujos. Un poco acomplejada por haber nacido entre la sombra de la primogénita de la familia y el único varón, Nora, una mujer que se mostraba independiente al exterior, pero llena de inseguridades en su interior, decidió seguir al amor de su vida tras casarse con él a la ciudad de Santiago de Chile, donde continuaría con sus estudios. Tras numerosos intentos fallidos de la pareja de concebir un hijo y convencidos de la incapacidad de ambos de procrear decidieron que al regresar a su país de origen adoptarían. Pero para su sorpresa, no mucho tiempo después, Nora fue sorprendida con la noticia de que estaba esperando a un pequeño varón. Todo transcurrió por esos días en Santiago con normalidad, hasta que unos meses después Nora entró en trabajo de parto, para enterarse de que su hijo podría morir lentamente dentro de su propio vientre si no se sometía a una cesárea, puesto que en su cuello estaba enredado el cordón umbilical. Tras un fatigoso procedimiento quirúrgico por fin nacía el primer hijo de la pareja, y aunque algo débil, decidieron llamarlo con un nombre grande, nombre de su ciudad de nacimiento e importantes personajes, Santiago. Algo en Nora había cambiado, pese a sus inseguridades y las constantes críticas de sus progenitores era ahora madre por su cuenta, era alguien, lejos de su hogar y raptada por un filósofo, se había convertido en Helena.

II. Helena es Yerma otra vez y el poco tormentoso comienzo de vida de Santiago

Tan solo unos meses después del nacimiento de su primer hijo, Helena se enteraba de que su padre había desaparecido en Colombia, víctima de un secuestro del que aún hoy no se tiene mucha claridad. Sin vacilar decidió volver a Colombia con Santiago. Esta vez era Javier quien meses después la seguía hacia otro país. Víctima del estrés, la ansiedad, los nervios y viviendo el día a día sobre una base de incertidumbre, las entrañas de Helena se secaron y no pudo amamantar a Santiago. El niño, sin ser consciente de lo que sucedía, era el foco de atención en la familia de su madre. Sin desearlo había llegado a llenar un vacío que el secuestro de Horacio, su abuelo materno, dejaba lleno de tristeza y dolor. Fue así como logró Santiago, sin siquiera darse cuenta, construir el rechazo de sus primos mayores, quienes envidiaban el trato que él recibía por parte de sus tías, abuela y todo aquel que se acercaba a la familia. Un tiempo después la "yerma" madre de Santiago concebía a una hermosa niña, delicada, pequeña y de ojos azules, quién se convertiría en la consentida de Javier. Santiago miraba con recelo a la niña que le había robado la atención de su padre, pero sin embargo en casa de la familia de su madre para él nada había cambiado. Es por esta época que empieza Santiago con sus estudios en un jardín infantil cerca de su casa en Santa María de los Ángeles. Inquieto, curioso, muy agresivo con sus compañeros y ávido de atención, iba creciendo este niño, desarrollando poco a poco su personalidad, bajo el constante cuidado de su madre.

III. El verdadero Mefistófeles de Santiago

Sus dos padres trabajaban y Santiago empezaba en el Colegio Alemán de Medellín a estudiar. Su madre había aplazado tanto el proceso de inscripción a algún colegio que era éste, gracias a algunos contactos, el único que lo recibiría. Había madurado, ya no mordía con tanta frecuencia a sus compañeros y esperaba el nacimiento de su próximo primo, hijo de su madrina, una de las personas que más lo consentía. Ya su madre y el chofer de ella no lo llevaban al colegio, sino que usaba el transporte que éste ofrecía, en el que fue víctima de muchas burlas y abusos por parte de los mayores, que poco a poco forjaron su carácter. No fue nada fácil para Santiago darse cuenta que era solo uno más como cualquier otro de sus compañeros para sus profesores del colegio. Aún peor fue para él ver como la atención de su familia viraba al recién nacido, por el cual no sentía nada diferente a lo que sus primos alguna vez sintieron hacia él. Santiago cambiaba y se volvía cada vez más tímido a medida en que veía como lo que conocía no se mantenía.

IV. La vida sigue para todos

La vida sigue para todos y para Santiago siguió cuando su tía y madrina decidió mudarse con su familia a Chile. Volvía a ser el centro de atención en su familia y se había convertido en un perfeccionista. No se conformaba con ser uno de los mejores de la clase y se esforzaba tanto como podía. Para él se convertían actividades como la natación y la equitación en su pasión, despertando el orgullo de sus familiares, quienes realizaban las mismas actividades. El violín para él era todo lo contrario. Por iniciativa propia decidió empezar a tocarlo para quedar encadenado a él obligado por sus padres casi por diez años. Se cansaba fácilmente de la gente y cambiaba de amistades con frecuencia.

V. "Antígonadelaida" y El Cambio

Su hermana Adelaida, la pequeña niña de ojos azules, había crecido para convertirse en un martirio. Determinada por su fuerte voluntad, hacía lo que le parecía, no escuchaba consejos, no seguía órdenes y se había convertido en un todo para los padres de Santiago. No fue nunca la mejor del colegio ni la favorita en la familia, lo que le generó frustración, la cual la manifestaba en forma de rebeldía en contra de lo establecido y toda figura de autoridad. Santiago no recuerda su cumpleaños número 14, pero hace tan solo unos días encontró una carta de su madre que decía lo siguiente: "Hace catorce años Papá y yo tuvimos el día más feliz de nuestra vida, pero hoy aunque no hicimos una fiesta que recordara este momento no quiere decir que no te amemos." Este hallazgo fue para él la más grande evidencia que algo lo había cambiado. Fue siempre un niño malcriado, llevado de su parecer, hambriento de atención, que siempre tuvo todo lo que quiso y nunca supo afrontar el rechazo. Sin duda alguna, su intercambio en Alemania fue el precursor de "El Cambio" en Santiago. A pesar de que tuvo mucha suerte con todo lo que allá vivió, esa experiencia por casi un año lo ayudó a reconocer el valor de lo que tenía y a apreciar a los que lo rodeaban. Volvió y la relación con todos los miembros de su familia mejoraba significativamente, sus amistades eran más duraderas. Estaba madurando y era más feliz.

VI. El presente para Santiago

Después de dos años de mucho esfuerzo haciendo el programa del Bachillerato Internacional ("IB") en su colegio, Santiago logra graduarse con uno de los mejores promedios de su grado, con 33 puntos en el diploma IB y con lo que es más importante aún, muchas amistades para toda la vida. Escogió el pregrado en Comunicación Social en la Universidad Eafit de Medellín, en contra de la voluntad de su madre y su abuela. Está considerando empezar una segunda carrera, que sería Ciencias Políticas, que también le llama mucho la atención. Ya no hace equitación luego de un accidente que para él significó tres intervenciones quirúrgicas, aún nada pero nunca con la frecuencia de antes y hace yoga cuando puede.

Referencias literarias: Helena de Esparta (folclore griego), "Yerma" de Federico García Lorca, Mefistófeles (folclore alemán), "Antígona" de Sófocles.

Santiago Galeano H.

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