domingo, 4 de marzo de 2012

Sus ojos y su mirada, el "punctum"

Foto por: Clara T. Hernández

Después de darme a la tarea de ojear álbumes familiares una foto por fin "logró escogerme". El cuerpo fotografiado me conquistó, en palabras de Barthes, "con sus propios rayos, y no con una luz subañadida". Por lo último los conocedores de la obra de Roland Barthes habrán podido deducir de antemano y sin necesidad de ver la fotografía, que esta es a blanco y negro.

Incurriendo un poco en su studium, la fotografía fue tomada hace casi 30 años atrás mientras a mi madre, el Spectrum, la preparaban para asistir al matrimonio de su hermana mayor. Cabe resaltar que entre las fotos del álbum, esta es una de las pocas que ocupa una página entera y se destaca entra otras más pequeñas a color. 

Barthes afirma que "reconocer el studium supone dar fatalmente con las intenciones del fotógrafo" y "me permite encontrar al Operator". La intención no aparece muy clara, mi madre aún no estaba lista y no existe motivo aparente por el cual fotografiarla en el proceso. Me entero después que fue tomada por la hermana menor de ella, con bases sólidas de fotografía por su carrera profesional y con cierto grado de romanticismo al tener a disposición 
cámaras a color y en lugar de eso decidir fotografiar "a la antigua". 

Mi madre sin duda es un Spectrum allí y posee "ese algo terrible que hay en toda fotografía: el retorno de lo muerto". Esa joven inquieta por su futuro, soltera, sin hijos y recién graduada ya no existe, pero regresa al presente mediante ese retrato. Me parece peculiarmente hermoso el hecho que el Spectrum de mi madre no se hubiera dado a la tarea de procurarse una pose y fue más bien capturada por sorpresa por el objetivo. 

Sus ojos y su mirada salen "a escena como una flecha y viene a punzarme", son el punctum. No es mi intención mirarlos, pero tampoco puedo evitarlo. Esa mirada que en ese momento denotaba quizá temor y cierta presión en ella al ver que ya su hermana se casaba y la idea de que posiblemente ella nunca lo haría la atormentaba, es ahora una mirada que usa conmigo para reprender pero también para querer. Ella cuenta que en ese momento solo podía estar feliz; alguien que amaba cumplía sus sueños y lo hacía con "un buen hombre que la quería". 

Como hizo Barthes con La cámara lúcida, también deseo con esta columna hacerle un homenaje a mi madre, por quien soy como soy, que siempre me apoyó y que ahora es mi todo. Ahora la joven de la foto es solo un recuerdo del pasado, que ha cambiado para ver su sueño de formar una familia realizado, sueño del que siento felicidad de pertenecer.


Santiago Galeano H. 

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